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Historia

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Cantalejo vacceo


El emplazamiento de Cantalejo entre los ríos Cega y Duratón, sus abundantes aguas en arroyos y lagunas, su inmenso bosque, despensa de materias de primera necesidad, sus navas para la ganadería y la caza, ejercieron un irresistible atractivo en sus primeros pobladores. El acta de nacimiento de un pueblo es su topónimo. Cantalejo, topónimo que le da nombre, está formado por un nombre de persona, Alaesius o Alaius, precedido de "Cant-". En un diploma del 14 de diciembre de 1137 aparece escrito "Cantaleio". El vocablo "Cant-" procede del celta "Kan-tho", identificado por Julius Pokorny; significa límite, frontera, cantón. Por el siglo III antes de Cristo Cantalejo pertenece al territorio de los vacceos, cuya raíz "vaci" tiene carácter celta. Dentro de la provincia de Segovia el área de influencia de los vacceos se extendía desde Coca y Cuéllar hasta la margen izquierda del Duratón, es decir, dominaban la actual Tierra de Pinares, en cuyo límite o frontera oriental se ubica Cantalejo. A esta ubicación corresponde el topónimo Cantalejo: Kantho o límite fronterizo entre vacceos y arévacos. El jefe de la tribu que aquí se estableció tomó posesión del territorio y le impuso su nombre: Cantalaesius o Cantalaius, es decir, cantón o límite del citado jefe


Cantalejo romano.


Los arqueólogos no han mostrado el mínimo interés por Cantalejo. Unas elementales prospecciones de superficie nos han suministrado pocos e insignificantes materiales, pero suficientes para testificar la presencia romana en el municipio de Cantalejo El más importante yacimiento romano se halla en "Guerreros", a la derecha del arroyo de Senovilla. A flor de tierra había materiales de construcción y vajilla tosca y fina. La vajilla fina es terra sigillata hispánica. Entre las piezas de este yacimiento destaca un trozo de un ara votiva de piedra caliza. En su parte inferior, tiene forma de prisma cuadrado y 65 milímetros de altura. En el fuste, de 45 milímetros de lado, hay una inscripción en letras capitales rústicas que probablemente dice: "N. LVTIATVS". Estos restos de "Guerreros" pertenecen a la época tardorromana, siglos V-VI, y son vestigios de una villa rústica romana.
Conocida la villa de "Guerreros" en Cantalejo, resulta más admisible la vía romana de Sepúlveda a Coca por San Miguel de Neguera (Sebúlcor), Cantalejo y Aguilafuente, como opinan algunos autores. De ascendencia romana queda en Cantalejo el topónimo Laguna China, que deriva de Chana, evolución fonética de Diana. La Patrona de Cantalejo, Santa María del Pinar, todavía en el siglo XV se llamaba Santa María de Laguna China.


Cantalejo visigodo


De la presencia de los visigodos en Cantalejo han quedado topónimos como Rando, que dio nombre a un prado, Guadino, escrito Godino en el siglo XVI, Bragados y tal vez Guerreros. Un yacimiento de esta época se halla en el paraje denominado en la Edad Media los Fornos de Bragados. Pertenece a los siglos VII-VIII y está ubicado frente a la laguna de Navahornos, a la derecha de la carretera a Cuéllar. Las muestras de este yacimiento fueron muy apreciadas por el Museo Nacional de Arqueología. Cantalejo nació como un islote humano en medio del bosque. El oleaje migratorio trajo nuevos pobladores a este ilimitado territorio; fijaron sus respectivas divisas, se intercomunicaron tejiendo la red caminera y lo que comenzó siendo un islote se convirtió en un archipiélago de pequeños poblados en torno a lagunas y praderas con estos topónimos actuales: Laguna China, Valdegolván, Valdelosantos, Nava Serracín Tello (Navacentello), Guerreros, Bragados, Valdenuño, Guadino, etc.
En los siglos XII y XIII los minúsculos poblados se concentran en la cabecera comarcal y surge la aldea de Cantalejo. Esta concentración se acentuó con la emigración hacia las tierras reconquistadas, pues no dudaron en cambiar el Duratón por el Guadalquivir.


El ochavo de Cantalejo


Desde la confirmación de los Fueros de Sepúlveda, el 17 de noviembre de 1076, por Alfonso VI, se conoce el territorio de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda. La "Ribiella Consejera", medianedo entre las Comunidades de Sepúlveda y de Cuéllar, se halla en Cantalejo. La Villa, capital de la Comunidad, se dividía en colaciones o distritos eclesiásticos. La Tierra muy pronto se dividió en ocho zonas u ochavos. Fue, pues, el ochavo un distrito territorial con una función estabilizadora, dentro de la evolución disgregadora originada por la aparición y desaparición de poblados en el movimiento migratorio de la Reconquista. Cuando los ochavos adquirieron cierta autonomía, en cada uno de ellos un ochavero representaba los intereses de sus pueblos frente a los de la Villa.El ochavo de Cantalejo fue siempre el principal.
Su ochavero ocupaba el primer puesto en los consistorios de la Comunidad.
La parroquia de Cantalejo gozaba de la preeminencia entre todas las parroquias de la Tierra sepulvedana, cuando asistían a la Villa para celebrar funciones litúrgicas. Así sucedió el 11 de diciembre de 1611, en que la Comunidad celebró las honras fúnebres por la reina doña Margarita, esposa de Felipe III, fallecida en San Lorenzo de El Escorial, el 3 de octubre de 1611. Los topónimos de los pueblos del ochavo de Cantalejo muestran una intensa repoblación en los siglos XI y XII. De todos ellos sólo Cantalejo, Sebúlcor y algún poblado visigodo en Las Negueras son anteriores a la gran repoblación medieval. En el valle del río ahora llamado San Juan surgieron estos poblados: El Barrio de Neguera, Carrascalejo, Hontanares de Neguera, San Juan de Neguera, San Miguel de Neguera y San Nicolás de Neguera. En el valle del Duratón aparecieron Casa Blanca y Molinilla. Aguas arriba, sobre las rocas, se asentaron Sobrepeña y Villar de Sobrepeña. Otro grupo de poblados lo formaron San Pedro de Gaíllos y San Pedro de Rebollo, llamado también Oter Rebollo, con sus barrios: Aldealafuente, Aldearraso, El Barruelo, Rebollar y La Ventosilla. Al Oriente de Los San Pedros los recién llegados bautizaron a sus poblados con los santos de su devoción: San Martín de la Varga y San Pedro de Murera, que siglos después se llamaron Aldealcorvo y Consuegra respectivamente.
Entre Los San Pedros y Cantalejo, Simeón ocupó un valle y lo llamó Val de Simeón, Valdesimonte, y don Sancho dio nombre a su aldea: Aldeonsancho. Al Sur de Cantalejo los inmigrantes fundaron Cabezuela sobre unos cabezos o cotarras. Una pequeña fraternidad o comunidad dirigida por clérigos dieron su nombre a Frades, junto al río Cega; otros pobladores junto al arroyo de Senovilla fundaron Los Carpios. Al Norte de Cantalejo nacieron Fuenterrebollo y Terraña. Así en el indeterminado y despoblado territorio cantalejano floreció un manojo de pueblos que hicieron de Cantalejo capital del ochavo.
El 8 de diciembre de 1533, para el pago de servicios a la Real Hacienda, el ochavo de Cantalejo contaba 475 vecinos pecheros, distribuidos así: Cantalejo, 126. San Pedro de Gaíllos, 80. Fuenterrebollo, 56. Cabezuela, 55. Sebúlcor, 48. Villar de Sobrepeña, 29. Aldeonsancho, 19. San Juan de Neguera, 15. Aldealcorvo, 7.
El año 1591 el vecindario del ochavo de Cantalejo era el siguiente: 

Pueblos Vecinos Pecheros Hidalgos Clérigos
Cantalejo 158 150 5 3
Fuenterebollo 133 132 0 1
San Pedro de Gaíllos 98 96 0 2
Sebúlcor 80 78 1 1
Cabezuela 69 65 3 1
Valdesimonte 52 51 0 1
Adeonsancho 46 42 3 1
Villar de Sobrepeña 37 35 1 1
Consuegra 15 15 0 0
Aldealcorvo 13 13 0 0
San juan de Neguera 12 11 0 1
Frade y El Carpio 11 11 0 0
Total de Ochavo 724 699 13 12

 

Cantalejo, Villa de Señorío


En el extremo suroccidental de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, Cantalejo era desde tiempos remotos un cruce de caminos, que lo convertían en paso obligado para muchos lugares del contorno. Así consta en la Descripción y Cosmografía de España de Fernando Colón, que inicia el itinerario el 3 de agosto de 1517, y en el Repertorio de todos los caminos de España, publicado el año 1546 por Pedro Villuga. Esta red caminera, primera internet que inventó el hombre, fue configurando a Cantalejo, lo abrió por los cuatro costados, le facilitó entradas y salidas, lo hizo andariego. Ante tantas puertas abiertas, los cantalejanos se hicieron "hombres de mundo", como llamaban a los criberos sus clientes apegados al terruño, y los reconocieron expertos en mil saberes, que sólo aprenden los trotamundos.
Estas vías camineras de Cantalejo debían ser bastante transitables, pues el Emperador Carlos I pasó dos veces por Cantalejo. El 10 de enero de 1527, salió de El Pardo camino de Valladolid; el 16 de enero llegó a cenar y pernoctar en Cantalejo. Se hospedaría en el Palacio de los Vallejo, sito en el Corral del Señor. Todo el vecindario, orgulloso de acoger al hombre más poderoso de Europa, se esmeraría en hacerle grata su estancia. Al día siguiente, después de comer, el Emperador marchó a Hontalbilla. Carlos I, procedente de Valladolid, volvió a Cantalejo el 26 de septiembre de 1538. Al siguiente día marchó a Somosierra con destino a Toledo. Bien comunicado y acogedor, Cantalejo fue uno de los pueblos puestos a la venta por Felipe IV. Una Real Cédula, fechada en Madrid el 11 de marzo de 1639, facultó al asentista don Bartolomé Spínola para vender 8.000 vasallos, entre los que se encontraban los cantalejanos por ser lugar de realengo. Informado el vecindario de que el rey vendía el pueblo, celebraron concejo y otorgaron plenos poderes a don Lucas López Loarte, párroco de Cantalejo, y a don Miguel Arranz, regidor del concejo, para comparecer ante el rey y señores de los Reales Consejos, averiguar el precio y ejercer el derecho de tanteo.
Influyeron en la renuncia al derecho de tanteo el afecto y generosidad que había mostrado por Cantalejo el comprador, don Fernando de Ojeda y Triviño, oidor mayor del Real Consejo de Hacienda, casado con doña María de Abarca y Vallejo, hija del doctor cantalejano don Martín Alonso Abarca, médico de cámara de Felipe II.
La escritura de compraventa se firmó en Madrid, el 12 de julio de 1640, ante Juan de Otalora y Guevara, secretario del rey. Objeto de la venta fue "la jurisdición, señorio y vasallaje civil y criminal, alta, baxa, mero, misto ynperio, penas de camara y de sangre, calumnias, mostrencos, escrivanias si fueren anejas y demas rentas jurisdiccionales del señorio y vasallaje de la villa de Cantalejo, que hera del partido de Sepulbeda".
Don Fernando de Ojeda y Triviño, nacido en Teba (Málaga) el 26 de diciembre de 1588, licenciado en la Universidad de Osuna, caballero de Alcántara, tomó posesión de Cantalejo el 14 de mayo de 1641. Al día siguiente don Fernando mandó poner horca y rollo, insignias de la jurisdicción de la villa. La hechura y asiento de horca y rollo en que se fijaron las armas del señor de Cantalejo importaron 7.744 maravedís, que pagó el concejo. A 15.000 maravedís por vecino don Fernando abonó a la Real Hacienda 1.695.000 maravedís por los 113 vecinos, más los intereses de las cantidades aplazadas al 5% anual, que en total sumaron 1.878.041 maravedís, que en reales de plata fueron 55.236. Para segregar el término de Cantalejo, ya villa, de la Comunidad de Sepúlveda, Felipe IV nombró a don Luis Carducho, matemático del rey. Con los apeadores y cordeleros Carducho reconoció y renovó los mojones y finalizó sus averiguaciones en Madrid, el 6 de octubre de 1641. El término de Cantalejo midió 16.707.250 varas cuadradas. A razón de 5.600 ducados la legua cuadrada, el precio de Cantalejo ascendía a 1.399.666 maravedís. Como era más ventajoso a la Real Hacienda el precio por vecinos, don Fernando entregó la cantidad anterior. Por estos trámites la aldea de Cantalejo pasó a ser villa.


Cantalejo, Ciudad


Villa desde 1641, Cantalejo experimenta a finales del siglo XIX un notable desarrollo en su industria, comercio y demografía. Su potencial económico atrae a los forasteros del contorno. Bastantes de estos nuevos vecinos serán los nuevos ricos y contribuirán con sus varios negocios a poner a Cantalejo entre los más destacados pueblos de Segovia. En los años veinte del siglo pasado, por su laboriosidad, Cantalejo es denominado "La Hormiga Segoviana".
Don Antonio Linage Revilla, sepulvedano, buen conocedor de los cantalejanos, escribía: "Cantalejo es un pueblo de nervio, de iniciativas, de plausibles aspiraciones gigantes, que respira vida, que exhala juventud, que engalana su naciente escudo una aspiración poliforme de afanes e inquietudes. Es un pueblo que, gracias a su esfuerzo de titán, ha llegado, sin condiciones adecuadas, a todo lo que es hoy. En Cantalejo se ve una actividad grande, una envidiable ayuda mutua, un gran esfuerzo común, el fruto de una convergencia de fuerzas combinadas. Todos sus hijos, de espíritu andariego, son caudillos ignorados, esforzados héroes que llevan a lejanas tierras y esparcen por España entera el nombre de su pueblo aureolado por la fama de industrioso y trabajador".
Otro forastero, don Vicente Sacristán Sacristán, nacido en Fuenterrebollo y agradecido a Cantalejo, donde le amamantaron, aprovechará su especial amistad con don Alfonso XIII para suplicarle la concesión del título de ciudad a la villa de Cantalejo. El 23 de enero de 1926 don Vicente dirige a Su Majestad una instancia, en la que aduce estos argumentos para justificar su petición:
"La villa de Cantalejo, a primeros del siglo pasado tenía aproximadamente cien vecinos labradores y humildes pastores, y hoy gracias a su labor incansable es población de gran comercio, de variadas y muy valiosas industrias, y su población se aproxima a cuatro mil almas, enorgulleciéndose de contar entre sus hijos sacerdotes dignísimos, abogados insignes, médicos y farmacéuticos eminentes, ilustradísimos ingenieros de caminos, canales y puertos y de montes, jefes distinguidos del Ejército y cultísimos maestros nacionales".
Añade don Vicente que el alcalde y Ayuntamiento por delicadeza extremada no solicitan a Su Majestad se digne conceder a Cantalejo el título de Ciudad con tratamiento de Excelencia, "que cree tener derecho a ello por sus virtudes, por su lealtad y por el acrisolado amor de sus hijos a la Real Familia". Sorprende la rapidez de la concesión. A los dieciocho días ya ha concluido el proceso de informes y demás requisitos. El texto de la instancia deja entrever la confianza de don Vicente en su rey, así como la predilección por el pueblo donde le habían criado. El 9 de febrero de 1926 el rey complace a su amigo Vicente. Al día siguiente la Gaceta de Madrid publica este Real Decreto:
"Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio a la Villa de Cantalejo, provincia de Segovia, por el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio y constante adhesión a la Monarquía, Vengo en concederla el título de Ciudad y a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelencia. Dado en Palacio a nueve de febrero de mil novecientos veintiséis.

ALFONSO
El Ministro de la Gobernación
SEVERIANO MARTÍNEZ ANIDO."